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Crónica Zegama Mayo 2023

Llevaba 3h15′ de carrera, todavía no había llegado al punto de control del km 19,5, tan solo me quedaban unos 500m. para llegar pero ahí se cumplió el tiempo máximo permitido. Aún así seguía corriendo, quería seguir, veía gente cerca que empezaba ya a subir la más conocida de las subidas de la maratón de trail más famosa del Mundo, la subida al Aizkorri de la maratón Zegama…

Todo empezó como siempre, preinscripción al sorteo de la carrera en febrero, 20000 personas para tan solo 250 plazas disponibles. En otras palabras, conseguir una plaza en el sorteo es muy difícil y no me tocó por quinto año no consecutivo intentándolo. Aún así este año era diferente, no tenía pensado competir en montaña, con un hijo pequeño y poco tiempo estaba más centrado en el asfalto, menos tiempo requerido, es lo que toca ahora, ya volverán los grandes retos.

Pero a final de marzo me llegó un e-mail de la organización, «has tenido suerte Sebastián», resulta que estaba en la lista de espera y por fin pude inscribirme. 1 mes y medio para la carrera faltaba. 

Búsqueda rápida de alojamiento en la zona, preparación corta pero buena y llegó el día previo de la carrera.

Día previo, recogida de dorsal, y presentación de favoritos. Charla informativa de la carrera escueta, «material obligatorio adicional, guantes, gorro y manta térmica», Predicción de lluvia y mal tiempo en las cimas.

Y llegó el día de la carrera, yo solo tenía un objetivo, bueno dos, disfrutar de poder estar aquí y luchar contra cada tiempo de corte, sobre todo al del corte del km 19,5, el más exigente.

Sabía que lo tendría difícil pues en mis últimos test no conseguía hacerlo pero confiaba en ese plus que te dan las carreras.

8:55 horas de la mañana del 14 de mayo de 2023, música épica para dar la salida, llevo la cámara en la mochila pero no la saco, estas imágenes son para guardarlas en la retina para siempre.

3, 2, 1 salimos! primeros 3km 400m. positivos, andar deprisa pero después correr, correr y correr, ningún falso llano sin correr. Luego llegaron las bajadas más inclinadas, llenas de barro, donde no se podía bajar de ninguna de las maneras, allí se me fue un tiempo vital. Pero no pude hacer nada, solo empaparme del buen rollo de algunos corredores que se lo tomaron a bien, y no había más remedio que lanzarse hacia abajo hasta dejar que la gravedad te llevara a estamparte contra aquel barrizal.

No era una carrera para llevar bastones, vi bastones volar, atrapados en maleza. Los que los llevaban plegables irse contra el suelo al intentar desplegarlos en cada subida por los resbalones.

Pero «Zegama is Zegama» como decía Killian Jornet. Zegama no es Zegama sin barro. Y yo disfrute, mucho, luchando contra el crono, como si fuera una carrera de asfalto. Me dolían las piernas, los femorales agarrotados, a punto de darme un tirón, pero creo que nunca corrí tanto. Me llegó a sorprender la mente, cuando tu cuerpo dice basta pero tu mente te dice que aún puedes más. 

Llegué a la cima de Aralatz en 2h51’, km. 16.1 y 1440m. de altitud, con mucho frío y a 9 minutos del corte en ese punto. Qué razón tenía aquel hombre que me dijo que aquí había que llegar en 2h45’.

Realmente aquí ya sabía que no llegaría al corte del km 19.5 pero eché el resto en esta bajada, y lo luché a pesar de haber tramos de continuos besos al suelo.

En ningún momento pensé en lo que había después del km. 19.5, solo llegar hasta ahí en menos de 3h 15′.

«No hace falta que sigas corriendo» me dijo un juez a falta de 100m., yo seguí corriendo, veía gente subiendo ahí delante y no entienda muy bien qué pasaba. Cien metros después me encontré con unos 20 corredores parados, neutralizados, indignados, llorosos algunos, reclamando, pero no hubo cesión por parte de la organización. Ni un minuto, yo no lo quería, las normas son las normas. 

Mi mujer dice que ha sido una Zegama épica, la del barro de verdad, y aunque en mi caso fuera de la mitad de carrera disfruté corriendo todo lo que yo pude correr.

Una de las cosas que dice la filosofía estoica, es que solo puedes hacer lo que está en tu mano y lo que no dejarlo pasar, y eso hice, correr todo lo que pude y disfrutar, llegué a 187 pulsaciones, hacia mucho que llegaba ahí. Lo que no pude hacer es bajar aquellas cuestas corriendo, según mi reloj 3’52» parado.

Gracias a todo el equipo del Trail Villena que me animó, que me estuvo siguiendo, a esos mensajes privados, a mi familia, al soporte logístico de los padres de mi mujer y mi cuñada.

Esa carrera va por mi mujer, la gran guerrera de la casa.